El Pilar

'NO NOS DEJEMOS ROBAR LA COMUNIDAD'

El Pilar

Expresión lograda y completa, sin adjetivos ni adverbios, plástica y redonda que nos pone el papa Francisco en la Exhortación Apostólica “Evangelii gaudium” en el número 92. “No nos dejemos robar la comunidad”.

Pareciera que “hemos perdido la mística de vivir juntos, de mezclarnos, de encontrarnos, de apoyarnos… de salir de sí mismo para unirse a otros” (EG 88). Nos vamos olvidando de esa dimensión de la oración por antonomasia del cristiano y olvidamos con suma frecuencia la segunda palabra-concepto-enunciado: “nuestro”. Dios es “Padre nuestro”, no mío y solo mío, es “nuestro”, de todos y de cada uno. Y por eso una dimensión elemental de la comunidad y de la misma oración a Dios Padre es la fraternidad.

Olvidamos con demasiada frecuencia que Dios se encarnó y se hizo hermano de los hombres, solidario con todos y con cada uno de los hombres y nos llama “amigos” porque nos ha dado a conocer al Padre común. Iglesia como casa común de los bautizados que caminan juntos al encuentro del Padre, anunciando la Buena Nueva, el Evangelio de la fraternidad y de la comunión en medio de una sociedad marcada fortísimamente por el individualismo “y sálvese cada uno a sí mismo”.

En una Parroquia Agustiniana, la comunidad, la fraternidad, la amistad debieran ser las piedras angulares. Los pilares que sostienen todo el entramado existencial, vivencial y de fe de la Parroquia.

Sería una Parroquia abierta, que sale y escucha, que recibe y que da, que acoge y procura mirar al corazón. Una Parroquia solidaria y fraterna, de cercanos, conocidos y con rostro humano y sabor humano, “a hombre”.

Asimismo, una Parroquia atenta a las necesidades del otro y de los otros, que ve y observa, que se encuentra y celebra, que conoce y se forma, que comparte y sueña, que reza.

Una Parroquia que tenga presentes los cuatro puntos que nos plantea el catecismo de la Iglesia Católica, es decir, una Parroquia que cree –El Credo-, una Parroquia que celebra –los Sacramentos-, una Parroquia que vive –la Vida en Cristo: la vocación del hombre, la dignidad humana, la vida en el Espíritu, los Mandamientos, la ley Moral y, finalmente, una Parroquia que reza –la Oración, el Padrenuestro, síntesis de toda oración confiada de un hijo al Padre-.

En definitiva, una Parroquia que necesita alimentarse y nutrirse de la escucha de la Palabra de Dios y del viático de la Eucaristía, la Oración personal y comunitaria –rezo del Santo Rosario- para ir adecuando nuestra vida persona y parroquial al proyecto de Cristo reflejado en el Evangelio y en la vida de la primitiva comunidad.

Actitudes personales como la acogida, la apertura, la escucha, la cercanía, la honestidad, la simpleza y rectitud en las expresiones y conversaciones, el respeto, la comunicación, el saludo, la alegría, la sinceridad, la caridad,… nos ayudan a conseguir ese clima comunitario, eclesial y evangélico que “nos ayuda a ser nosotros mismos desde la necesidad que tenemos de los demás”, de su ayuda, colaboración y presencia.

Retos y desafíos que tenemos frente a nosotros en nuestra Parroquia. Y es que la evangelización tiene siempre dos caras: una hacia dentro –evangelizar evangelizándonos- y hacia fuera –evangelizar evangelizando-. No estamos solos, ni crecemos solos, ni nos alimentamos solos, ni aprendemos solos, ni rezamos solos, ni celebramos solos. Nos necesitamos. Y sólo el Espíritu –como repite en varios lugares nuestro papa en la Evangelii Gaudium- es quien puede unir lo disperso y lograr las síntesis que necesitamos para vivir y ser testigos hoy del Evangelio de Jesús, Buena Noticia de Dios para los hombres. “Buscar, conocer, aceptar-amar, transcender-anunciar-proclamar”.

P. Pablo Sánchez, osa
Párroco

Parroquia Ntra. Sra. del Pilar | C/ Colón 1839 | S2000FKC-Rosario | Santa Fe | Argentina |