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Ediciones
Religión y Cultura

Vicariato de Argentina

La Ciudad de Dios. (2 tomos)

San Agustín

  • Trad. José Cayetano Diaz de Beyral
  • Prólogo José Demetrio Jiménez, OSA.
  • Club de Lectores (Colección Magisterio Agustiniano. Serie Obras de San Agustín, 1)
  • Formato: Rústica
  • Páginas: 866 Tomo I / 826 - Tomo II
  • Publicación: 2007
  • $60./ U$20

Como dijo Juan Pablo II en su Carta Apostólica Augustinum Hipponensem: "En su gran obra La ciudad de Dios, que es al mismo tiempo apologética y dogmática, el problema de la razón y de la fe se convierten en el de fe y cultura. Agustín, que tanto trabajó por promover la cultura cristiana, lo resuelve exponiendo tres argumentos importantes: la fiel exposición de la doctrina cristiana; la atenta recuperación de la cultura pagana en todo aquello que tenía de recuperable, y que bajo el punto de vista filosófico no era poco; y la demostración insistente de la presencia en la enseñanza cristiana de todo aquello que había en aquella cultura de verdadero y perennemente útil, con la ventaja de que se encontraba perfeccionado y sublimado.

No en vano se leyó mucho La Ciudad de Dios durante la Edad Media, y merece ciertamente que se la lea también en nuestros tiempos como ejemplo y acicate para reflexionar mejor en torno a las relaciones entre el cristianismo y las culturas de los pueblos. Vale la pena citar un texto importante de Agustín: 'La ciudad celestial... convoca a ciudadanos de todas las naciones... sin atender a diversidad alguna de costumbres, leyes o institutos, que es con lo que se adquiere o conserva la paz terrena, y sin reformar ni quitar cosa alguna, antes observándolo y siguiéndolo exactamente, cuya diversidad, aunque es varia y distinta en muchas naciones, se endereza a un mismo fin de la paz terrena, cuando no impide y es contra la religión, que nos enseña y ordena adorar a un solo sumo y verdadero Dios'."

Giovanni Papini dijo de esta obra que es una 'floresta inmensa'.. Es un proyecto largamente meditado y pacientemente escrito durante 14 años (412-426) por san Agustín, durante un período histórico de crisis, debido sobre todo a la caída de Roma el año 410 en manos de los vándalos de Alarico. Su carácter es polémico: algunos hacían responsable al cristianismo de la devastación de Urbe y la caída del Imperio. El motivo que argumentaban era haber suprimido el culto de los dioses que engrandecieron a Roma. San Agustín la dedica a su amigo Marcelino, hombre de la 'cosa pública' (tribuno, escribano y juez), quien se sentía constantemente desbordado por las críticas al cristianismo y las objeciones de sus pares respecto de las responsabilidades de los cristianos en la decadencia imperial.

San Agustín tiene todavía hoy valiosas palabras para decir. La Ciudad de Dios es un "magisterio humilde y luminoso" de cuya lectura sacarán provecho teólogos, filósofos, historiadores, sociólogos y cuantos quieran hacerlo.